La sonrisa canalla con la que suelo llegar ciertas mañanas a la oficina se me va quitando conforme Obama va ganando puntos y mis compañeros me miran como diciendo a quien vas a venir tu ahora a presumir de gobierno progresista, prenda. Nada más aterrizar uno aprende que el ser europeo conlleva una serie de connotaciones grabadas muy profundamente en el imaginario colectivo americano, como el hecho de llevar zapatos diferentes, comer porciones pequeñas con pocos ingredientes, beber café como un cosaco o ser absolutamente snob con cualquier tema que roce la política. Aunque me encante martirizarlos con el y en mi país hay matrimonio gay y cosas por el estilo, he aprendido que desde hace muchos años el español no puede ir dando lecciones de democracia a nadie (el extranjero que sepa algo del tema nos recordará lo bien que salimos en la foto de las azores, la nula separación de la Iglesia con nuestras instituciones, el chiste del ácido bórico o la manifestación de familias homófobas de hace tres días y medio en Madrid, por poner unos pocos ejemplos) por lo que cuando me pongo serio sigo opinando por lo bajito lo que pasa en el país en el que vivo. Como muchos otros dichos, los yankis no tienen esa expresión de que «todos son iguales» que tenemos en la España futbolera (ese país donde hasta los taxistas son de derechas), que no es más que otra manera una forma de justificar que existan ciertos parásitos en nuestra instituciones y una manera de parar las ganas que nos saltan a algunos de salir a la calle a darle dos hostias no a ciertos políticos, sino a los que los votan, que son los que tienen peligro. La no existencia de ese relativismo hace que la gente se tome las cosas con seriedad, con una filosofía de vida determinada (que demasiadas veces es ruín, estúpida y asesina) pero intentando al menos buscar formas de justificar sus creencias políticas, estudiando con lupa los programas electorales y sopesando cuidadosamente las posibles acciones de cada voto. Obama es un producto de la vergüenza que parte del país siente por su actual presidente, que le hace buscar candidatos en el lado opuesto del espectro.

Lo mejor que esta dando Obama a mis queridos yankis es un motivo para creer en el vecino. Al menos temporalmente ya que en las primarias democráticas los candidatos suelen moverse al lado izquierdo y social del espectro político (el plan de sanidad de Hillary, por ejemplo -que al final es lo que le esta dando más votos- es un calco del que existen en muchas comunidades autónomas españolas), pero una vez convertidos en presidenciables suelen moverse inmediatamente al centro para buscar el voto de los indecisos, que parece que siempre son los que terminan decidiendo la cosa aquí y en casa, ya saben, Zapatero tragando saliva y comiendo con los obispos y toda esa pesca…. De todas maneras esa confianza y ese nuevo orgullo que el americanito esta recuperando se manifiesta en multitud de expresiones artísticas e idioteces con las que me tropiezo todos los días, desde los stencils que pavimentan las calles de Dolores park hasta este «barack obama is your new bicycle» que uno sospecha que ha sido obra de algún compañero de curro (por el diseño, por el contenido, porque salió prematuramente en el canal de IRC del curro y porque esta en la línea de las idioteces que nos soltamos a cada momento) pasando por formas un poco más serias de explicar porque este candidato tiene una percepcion como este par de videos montaje de la revista Good Magazine (los mismos que hiciseron ese estupendo ranking nuclear del que hablé por aquí hace casi un añito) en los que se explican las diferencias básicas entre Hillary y Obama.

Editado, ya hay spin offs de Hillary, Michelle Obama, McCain…. aun me cuesta creer que la gente pille dominios para hacer ciertas cosas y aun espero la posible versión Española del falso Mariano Rajoy